El hombre es un ser muy inteligente, hábil, con la capacidad de aprender. Se
sienta orgulloso sobre la cúspide del mundo, con la seguridad que nadie le
quitará su potestad. Pero los intrincados senderos de la vida hacen que nos
engañemos y pensemos que somos invulnerables. Escondemos nuestros
miedos para mostrarnos más fuertes, más capaces, más agresivos, ante los
demás. La sed de poder y la vanidad de sembrar la envidia en los demás, nos
enceguece y caminamos sin rumbo por los pasajes más retorcidos, haciéndonos
olvidar, que hay cosas que no conocemos ante las cuales somos débiles, y la
única señal de alerta que tenemos es nuestro miedo. Pero el hombre debe
vencer los miedos, el hombre debe aguantar el llanto, el hombre debe luchar
hasta la muerte. El no prestar atención a nuestros miedos anula nuestra
inteligencia, nuestras habilidades se vuelven torpes y todo lo que hemos
aprendido se vuelve en nuestra contra. Y ahí nos encontramos, solos, sin rumbo,
perdidos, llenos de miedo. Y no podemos entender que significa el temor, que
nos quiere decir, tantas veces ignoramos su voz que ahora no oímos sus
palabras y solo nos queda esperar nuestro fin.
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El proceso era simple, había que abrir las puertas de cada trailer y revisar que
estuviera vacío, anotar la información del camión y dejarlo entrar en el patio.
En un comienzo Al se sentía atemorizado y asustado ante tremendas máquinas
que parecía que lo iban a aplastar, pero con el tiempo comenzó a familiarizarse
con ellas y hasta empezó a sentirse cómodo sintiendo la leve brisa que podía
percibir mientras pasaban los enormes remolques cerca de su cara. Quizás
demasiado cómodo.
Era costumbre en la compañía que se les pidiera a los guardias poner espacial
atención en cierto camiones o traileres, ya sea por problemas con el camión, o
con la carga, o cuando la carga era peligrosa. Es noche recibió un extraña
llamada por la radio:
-¡Atención! Garita de seguridad- dijo una voz de hombre con la típica distorsión
de las radios cuando la señal viene de muy lejos.
-Adelante- respondió Al
-Llamo para informar que va a estar llegando el trailer 7666 con carga peligrosa,
no abrir el trailer por ningún motivo- dijo la voz.
-Diez cuatro- confirmó Al.
La noche siguió muy tranquila, con un flujo muy lento de camiones que salían y
entraban.
Cuando eran las tres cuarenta llegó el misterioso remolque con carga peligrosa;
para su sorpresa era carga refrigerada.
-Buenas noches- saludó Al.
-Buenas noches- respondió el chofer.
-Necesito los documentos de la carga.
-No tengo ningún documento.
-Pero eso es imposible, debe haber recibido algún documento cuando recibió la
carga.
-Bueno eso fue un poco irregular.
-Perdón, no entiendo que quiere decir con eso- El chofer un poco molesto apagó
el motor del camión y se bajo de la cabina.
-Bueno,- hizo una pausa, respiró hondo y exhaló, como preparándose para
contar una larga historia y continuó- me llamaron como a las once treinta esta
noche para recoger esta carga en el medio del desierto, cuando llegué al lugar
estaba lleno de policías y nadie parecía saber mucho de lo que había pasado,
pero lo único que puede ver era que el camión estaba como a cincuenta metros
de la carretera completamente destrozado y el trailer estaba a una orilla del
camino. Cuando dije que iba por el trailer, a nadie pareció importarle, así que me
lo traje como me habían pedido. Esa es la historia.
-Tendré que dejar una nota por este trailer, solamente avance para ponerle
candado al remolque.- El chofer volvió a subir a la cabina del camión, arrancó el
motor, y en cuanto la barrera estuvo arriba, procedió a avanzar lentamente. La
luz fluorescente iluminaba el trailer y dejaba ver una serie de graffitis y letras
ilegibles que tenían la apariencia de letras reconocibles, pero las palabras no
parecían coherentes.
El guardia levantó la mano para indicarle al chofer que detuviera la máquina, la
cual se detuvo haciendo mucho ruido provocado por la vibración del trailer. Para
sorpresa del guardia el trailer no tenía ningún tipo de sello que asegurara la
carga; según los procedimientos tenía que abrir el trailer, pero había recibido la
llamada de no abrirlo bajo ninguna circunstancia. Procedió a ponerle el candado,
pero sabiendo que toda esta situación era extremadamente irregular.
Tímidamente le dio la señal para avanzar y el trailer se fue.
Se suponía que debía revisar cada una hora, si el trailer refrigerado estaba
funcionando, así que como ya eran las cinco de la mañana fue a verlo. Caminó
por la oscuridad del patio entre muchos otros contenedores. Comenzó a sentir
un extraño frío en la espada y un helado sudor en las manos, los que se
intensificaban a medida que se acercaba más y más al remolque. Caminó por
una hilera de traileres y cuando llegó al final dobló a la izquierda y pudo ver el
trailer que se encontraba solo al otro lado de una amplia explanada; el remolque
parecía muy pequeño desde esa distancia, pero en cuanto lo vio sintió un
escalofrío que lo hizo temblar. El sabía que tenía que cumplir con su trabajo,
pero con cada paso que daba, su temor crecía. Comenzó a acercarse
lentamente, tratando de escuchar el motor del frigorífico, dio un par de pasos y
pudo sentir levemente como el motor seguía funcionando y seguido de eso una
pesada mano se dejó caer en su hombro.
-¡Ah!- exclamó espantado y rápidamente se volteó para ver que era
-Lo siento no quise asustarte- dijo el chofer del camión disculpándose
-¡¿Que hace aquí?!... ¡¿Me quiere matar del susto?!- dijo Al jadeando y tratando
de recobrarse, agachado con las manos en las rodillas
-¿Qué pasa?, no es para tanto tampoco- el guardia permanecía con la cabeza
agachada y visiblemente muy agitado.
-Lo que pasa es que... bueno,.. - Al hizo una pausa temiendo quedar por loco
agregó- No, no es nada.
-Bueno, yo fui a buscarte a la garita pero estaba cerrada, así que pensé que
andabas rondando los traileres y salí a buscarte.
-¿Por qué puso el remolque tan lejos?
-Lo que pasa es que no encontré otro espacio y como es carga peligrosa, pensé
que estaría mejor aparte de otros traileres.
-Que inteligente- dijo Al en tono irónico y agregó -Y ¿Para qué me buscaba?
-Lo que pasa es que necesito llamar a una taxi para que me lleve a casa,
necesito que me prestes tu teléfono, mi celular no tiene señal y eso es raro,
nunca me había pasado en este patio.
-No hay problema, vamos a la garita
Caminaron hacia la garita y aunque Al pensó que se sentiría más seguro
alejándose del trailer, y sobre todo acompañado, el frío y el sudor solo
menguaron levemente, quizás por el gran susto que había pasado.
Entraron a la garita. Al apagó el televisor que solo mostraba hormigas de
interferencia, como si las transmisiones hubieran acabado y el chofer llamó al
taxi. Durante la conversación tuvo que repetir muchas veces lo que quería decir,
al parecer había mucha interferencia.
-Estas líneas son un desastre- dijo el chofer- no podía entender ni lo que
pensaba.
Al, que estaba sentado en un escritorio leyendo, solo hizo una mueca de
aceptación y fingió una carcajada para dejar tranquilo al chofer. Hubo un gran
momento de silencio, Al estaba muy concentrado en su lectura y el conductor del
camión volvió a interrumpir la lectura de Al.
-¿Te molesta si espero aquí que llegue mi taxi?
-Por supuesto puede esperar aquí
-Solo tengo que ir a buscar mis cosas
-Esta bien, si el taxi llega le digo que lo espere.
-Gracias- dijo el chofer y se retiró.
Pareció mucho el tiempo que el hombre se demoró en volver. La noche estaba
tranquila. El inquietante sentimiento que Al tenía hacia ese trailer, a veces
parecía irse por completo, rápidamente volvía. El hombre regresó con un gran
bolso y una hielera y comenzó a hablar a cerca de los problemas que había
tenido con algunas cargas, de las cosas que lo inquietaban respecto de la
compañía y muchas otras cosas de su vida también, a las que Al solo asentía
con la cabeza.
Habrían pasado unos treinta minutos cuando para alivio de Al el taxi llegó, el
hombre se despidió de él, salió de la garita, subió al taxi y se fue. A los pocos
minutos se percató que estaba solo y deseó la molesta compañía del chofer al
sentir la inquietud por el trailer comenzaba a volver.
Ya eran la cinco cuarenta y cinco y una rápida sombra que corrió por una de las
grandes ventanas interrumpió su concentración. Por un minuto pensó que era el
molesto chofer que había olvidado algo, pero al mirar hacia afuera pudo ver que
no había ningún vehículo. La garita tenía grandes ventanales por todo el
rededor, exceptuando una lado donde habían unos mueblen colgantes y la
esquina en donde estaba el baño, y justamente en esa dirección sintió que algo
golpeó uno de los contenedores de basura que había por fuera. Fue un golpe
muy fuerte y salió revisar. Sobre el microondas, que estaba a un lado del fax y
bajo los muebles colgantes, había una linterna, la tomó y salió a ver que había.
Afuera llovía copiosamente y las gotas de lluvia hacía que la luz de la linterna
pareciera un faro en la oscuridad, el agua que corría por el rostro de Al no le
permitía ver muy bien ya que se le metía en los ojos. Sintió a sus espaldas como
unos apresurados pasos chapoteaban por el agua a sus espaldas, se volteo y
escuchó como los pasos se dirigían hacia la puerta de la garita, que ahora
estaba fuera de su campo visual y el sonido de la puerta cerrándose retumbó en
su oídos seguido por las luces que se apagaban. El miedo lo invadió. Una fuerte
luz lo encegueció, un camión había llegado y tenía que recibir la documentación
de la carga. Llegó hasta la cabina del camión, el chofer era un hombre con
bigotes, de rostro muy duro y acompañado por un pequeño perro blanco muy
molesto que no dejaba de ladrar. Al recibió los papeles y se aseguró que toda la
información estuviera en el documento. Presionó el botón del control remoto para
abrir la barrera, pero este no respondió; la única forma era activar el control que
estaba dentro de la garita.
El perro no dejaba de ladrar y eso inquietaba más a Al. Con temor abrió la puerta
y entró, detrás de él se cerró la puerta. Aún dentro de la garita los ladridos se
podían sentir. No había mucho donde poder esconderse y el sabía que alguien,
o algo, estaba allí dentro. La oscuridad era muy densa y la linterna, a pesar de
su poder, solo alumbraba un pequeño radio. El sabía perfectamente donde
estaba el interruptor para activar la barrera, pero era tanto su miedo que avanzó
lentamente y se estiró con la mano izquierda para poder alcanzar el botón,
mientras las luz de la linterna tiritaba como consecuencia del pánico que lo
invadía en ese momento. Justo en el momento que presionó el botón y la barrera
se levantó, uno de sus erráticos movimientos de la linterna dejaron ver por una
fracción de segundo una extremidad de tonalidad verde grisácea que se
ocultaba bajo la mesa; la impresión fue tal que la linterna se le cayó de las
manos y se apagó producto del golpe Rápidamente se agachó para buscarla en
la oscuridad, siempre mirando en dirección a donde había visto a la criatura. Los
ladridos del perro comenzaron a apagarse a medida que el camión se alejaba, y
Al quedó solamente acompañado por su pavor y el ruido de la lluvia que ya se
había hecho más fuerte. Los truenos le hacían estremecer y el sudor de las
manos hacía que el polvo del suelo se le pegara en las palmas y entre los
dedos.
Por fin encontró la linterna. Nerviosamente intentó varias veces de encenderla,
pero de nada sirvió, en su desesperación le dio un golpe y la luz de la linterna
volvió. Su primera reacción fue ver donde había visto a la criatura, pero en el
lugar solo encontró una mancha de barro seguida por otras manchas como
huellas. Con mucho temor y aún en el suelo, siguió las huellas lentamente
preparándose para lo peor, y lo peor fue un par de pies verde grisáceos con solo
tres dedos. La impresión fue tal que se echó para atrás, pero fue detenido por
los muebles que estaban a sus espaldas. El golpe alineó la linterna que tenía en
la mano con un rostro de grandes ojos, pequeña nariz y cuello menudo que
estaba como a un metro de alto. Sintió que estaba perdido, cualquier cosa que
hubiera imaginado, parecía pequeña en comparación a la realidad que ahora
vivía. Algo peor que ver tus pesadillas hacerse realidad, es que la realidad sea
peor que tus pesadillas.
Al se congeló y ni siquiera pudo gritar, solo cerró los ojos esperando . Sintió que
se desvanecía cuando la fría y húmeda mano de la criatura le golpeó hombro y
el espanto fue tal que se echó para atrás tratando de alejarse de la criatura,
abrió los ojos y despertó sobresaltado.
-Te dormiste- dijo Lucas quien lo había remecido por el hombro para despertarlo.
Al miró a todos lados y aliviado pudo respirar que todo había sido un mal sueño.
-Lo que pasa es que he tenido muchas cosas que hacer durante el día, y ya en
las últimas horas del turno el sueño me vence.
-Trata que no vuelva a pasar o voy a tener que informarlo al jefe
-Esta bien, veré que no se repita.
-¿Hay alguna novedad?
-Lo único que hay es un trailer con carga peligrosa, me llamaron por radio de no
abrirlo bajo ningún motivo y fueron muy enfáticos en eso. No tenía sello, así que
solo le puse candado para que si quieren ponerle sello puedan revisarlo primero.
-Hablaré con la gente de la oficina para ver que hacemos con eso.
Al se retiró a su casa un poco más aliviado con la esperanza que aquella carga
que lo atormentaba se fuera del patio en ese día, por lo menos ese fue el deseo
que trató de alimentar, pero a pesar de eso le fue muy difícil conciliar el sueño; él
nunca había tenido problemas para dormir durante el día, pero hoy era un caso
especial.
La hora de partir al trabajo llegó más rápido que lo usual, de hecho la carretera
se veía más despejada hoy a pesar de ser martes.
Entró como de costumbre al recinto de la compañía y se dirigió a la garita. A
medida que se acercaba comenzó a sentir aquella rara sensación de
incomodidad. Al entrar en la garita Al saludó a su compañero a quién venía a
relevar.
-¿Todo normal?- preguntó Al
-Lo único es que el 7666 sigue aquí y hay que revisar que el sistema de
refrigeración esté funcionando. Pedí que lo pusieran más cerca, en la primera
fila, para no tener que caminar tanto para verlo, ya deben haberlo movido, pero
no puedo revisar eso ahora ya que tengo algo que hacer y no puedo llegar tarde.
Lucas le entregó las llaves y el control remoto de la barrera y se fue.
La tarde estuvo muy ocupada y olvidó por completo todo acerca del trailer,
incluso el sentimiento se fue del todo. A las diez de la noche terminaba el turno
de dos personas y Al quedaba solo. El otro muchacho se fue y quedó
acompañado solo por los truenos que se escuchaban a lo lejos, el sonido del
viento y el frío que se hacía más intenso a cada minuto.
Los primeros cuarenta y cinco minutos Al estuvo concentrado en su libro y
parecía haber olvidado todo acerca del misterioso remolque, pero cuando ya
faltaban diez minutos para las once, el sentimiento de intranquilidad comenzó de
nuevo. Era hora de revisar que el frigorífico funcionara.
Se puso una chaqueta para evadir el frío y salió a revisar el trailer. Lo
tranquilizaba el hecho que estaba más cerca y solo tendría que caminar unos
cuanto pasos para llegar hasta donde ya pudiera escuchar el sonido del motor y
volverse a la garita. Efectivamente así fue, el trailer se encontraba como a veinte
metros de la garita solo tuvo que caminar unos cuantos pasos para oír que el
motor estaba funcionando. Se podía notar que había sido lavado, ya que aún los
bordes goteaban y ese día no había llovido. Al volvió a la garita, se quitó la
chaqueta y se sumergió en la lectura de nuevo.
Un agudo sonido en la radio interrumpió su concentración, y de paso vio la hora;
era la media noche y tenía que revisar el trailer. Confiado en que el camino al
remolque era corto salió muy tranquilo, pero su tranquilidad se esfumó al ver que
desde donde debía estar el trailer salían huellas de neumáticos y en el espacio
solo un rectángulo de humedad formado por la gotas de agua. Una sensación
gélida le corrió por la espada y corrió a la garita. Nerviosamente cerró las
puertas por dentro, apagó las luces y tomó la linterna que estaba sobre el
microondas con ambas manos y se la llevó al pecho. Cerró los ojos y respiró
profundo, dándose valor. Salió de la garita asegurándose de cerrar con llave la
puerta.
Caminó por el húmedo pavimento del patio. Parecía como que una fuerza
extraña le guiaba hacia el lugar donde la noche anterior había estado el trailer.
Volvió a caminar por la misma línea de remolques y se detuvo al final tratando
de imaginarse que el trailer no estaba allá, pero sus miedo se concretaron al ver
que esta vez el remolque estaba más lejos y más inmerso en la oscuridad.
Dirigió sus pasos hacia el remolque, en un comienzo lentamente y con mucho
miedo, pero mientras se acercaba notó algo extraño: el remolque estaba abierto
y una gran cantidad de vapor de hielo escurría hacia afuera. Al se subió a
remolque y pudo ver una extrañas marcas en el interior de las puertas abiertas.
En el interior del trailer se encontraban dos cajas de madera, de un metro y
medio cuadrado. El único acompañante de Al era el ruido del motor frigorífico.
Se podía notar que las cajas habían sido abiertas desde dentro y en una forma
muy violenta. Mientras contemplaba esta escena, el ruido de unos extraños
pasos en el techo del trailer lo hicieron sobresaltarse y en forma automática se
volteó hacia la entrada del trailer. Por unos segundos se quedó inmóvil, con los
ojos cerrados y casi sin poder respirar por el pavor que le invadía. Cuando ya
parecía que podía moverse sintió que algo saltó desde el techo del remolque
hasta el suelo y seguido de eso unos nerviosos pasos se alejaron de remolque.
Se armó de valor y avanzó lentamente hacia las puertas abiertas en el otro
extremo del vehículo, miró buscando a la criatura y para poder tener un mayor
campo visual salto al suelo. De pronto le pareció ver una silueta negra sobre uno
de los contenedores. Sintió que el miedo lo golpeó. No sabía si era realmente
una de las criaturas, o solamente su imaginación, pero para no correr riesgos
comenzó a correr hacia la garita. Su miedo se hizo más grande cuando al pasar
por la línea de contenedores pudo sentir que algo saltaba de remolque en
remolque y parecía hacer un agudo y extraño jadeo. Al llegó hasta el final de la
línea de contenedores y escuchó el golpe de la criatura con el suelo. Los pasos
parecían acercarse más y más, pero el miedo que invadía su ser no le permitía
dejar de correr, por el contrario lo hacía con más fuerzas y los pasos parecían
quedar atrás.
Su desesperada carrera terminó cuando golpeó la puerta de la garita.
Nerviosamente buscó la llave, rápidamente abrió la puerta, entró y la volvió a
cerrar por dentro. Al se quedó muy quieto.
Estuvo en silencio por algunos minutos. La lluvia volvió a caer y el golpeteo de
las gotas sobre el pavimento rompió el profundo sonido. Un golpe en el techo le
trajo a la mente las criaturas y la pesadilla del día anterior. Después del golpe
parecía que las criaturas habían desaparecido del techo, pero cuando Al pensó
que solo había sido su imaginación, los nerviosos pasos comenzaron a moverse
en todas direcciones, es más, le pareció que había dos pares de pies caminando
sobre el techo. Las criaturas desesperadas comenzaron a golpear el techo, las
dos en el mismo lugar; con cada golpe parecía que la garita se iba a desarmar.
En uno de los golpes pudo notar que el cielo de comenzaba a ceder y su
reacción natural fue esconderse bajo una de las mesas, pero su asombro fue
total cuando las criaturas rompieron el techo y se dejaron caer por la abertura.
Las oscuras y delgadas criaturas se encorvaban a un metro noventa de altura y
se movían haciendo un extraño ondeo con los hombros. Se separaron tratando
de rodear a Al y extendieron sus manos hacia adelante como amenazantes
predadores. Las criaturas parecían comunicarse por una extraña combinación de
agudos gemidos.
Los gemidos se acabaron y los dos pares de ojos se fijaron en Al y las criaturas
se comenzaron a acercar lentamente, muy alerta a cada uno de los movimientos
del guardia que ahora se había convertido en su presa.
La noche era tranquila, las luces se reflejaban sobre el pavimento dibujando
blancas siluetas que a su vez se reflejaban en las ventanas de la garita. Los
relámpagos hacían retroceder por una fracción de segundo toda la oscuridad del
lugar y dejaban ver el interior de la garita. Hubo un momento de oscuridad total,
pero luego otro relámpago particularmente poderoso, reveló grandes manchas
rojas en la ventanas, las que bajaban lentamente por los vidrios.
Por Guillermo Rojas G.
2 comentarios:
Olá Guillhermo!
Quero que sáiba que gostei muito de sua história, você tem muito talento para escrever continue assim que chegará longe.
Parabens pelo seu trabalho.
Fao Barr
(MADE IN BRAZIL)
Realmente creo que esta historia es muy buena, creo que tienes el talento para crear.
Es escalofriante de verdad, la he leido varias veces y siempre siento miedo....
sigue escribiendo para que nos sigamos deleitando.
este espacio está para que compartamos nuestros dones de comunicar, asi que cuando quieras eres bienvenido.
carolina
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